martes, 17 de marzo de 2015

Museo del Louvre


Un museo se puede visitar de muchas maneras distintas, y todas pueden ser igual de válidas (o no). Las dos principales son las siguientes:

  • Ir a la que salte, confiando en que la diosa fortuna nos depare las mejores obras, y mientras, por lo que pueda pasar, disfrutar todo lo que se pueda con aquellas que nos atraigan-sorprendan-emocionen. Es el método de los recolectores.
  • Preparar, programar, cuadricular la visita, e ir a tiro hecho a aquellas que hemos decidido que nos interesan, siguiendo pautas y experiencias reconocidas. Si lo logramos, habremos cumplido nuestro objetivo. Es el método de los cazadores.

Aunque quizás resulte ventajoso mezclar y confundir las dos posturas: hacer un plan y seleccionar unas obras determinadas, que constituirán nuestro objetivo previo. Pero debemos concedernos suficiente margen de maniobra como para saltárnoslo a lo torera si otras obras (espléndidas o humildes) se despiertan, nos miran, captan nuestra atención y nos atraen: compensa dejarse arrastrar por ellas.

Espero que no sea esta... (o sí)

Para facilitar la visita pueden ser útiles estos dos documentos:

Plano del museo (¡podríais haberlo descargado por vuestra cuenta!).


Selección de cuarenta obras en función de su fama, la repercusión que han tenido, la cantidad de veces que salen por televisión, o simplemente porque le gustan al que ha elaborado la lista.


Et bien: Bon voyage! (et érudit)

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